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Presente contínuo de un cómico de pueblo


Antonio Campos Fernández – 1 de octubre de 2023


Extracto del libro: Almendros de nata

Han llegado los cómicos, los titiriteros, vagabundos que de pueblo en pueblo van sembrando alegrías, y tristezas, notarios sociales de una realidad a la que solo tienen acceso aquellos que viven todo el día en la calle, que ven pasar una masa ingente de personas, escudriñando más allá de sus caras, alegrando corazones rotos, consolando almas vacías, soliviantando conciencias insensibles.

Siempre puntuales, han desplegado sus cuatro cachivaches y pertenencias tras el telón que cubre este escenario, antiguo teleclub del pueblo, pintado, decorado y remodelado de tal forma que no queda huella de su pasado, de aquello que era el centro de reunión de los parroquianos cuando acababan su faena en el campo, con el cuerpo cansado y la mente agostada de no utilizarla.

Los cómicos siempre han tenido problemas para poder subsistir. Desde los antiguos corrales de comedia de Almagro y Alcalá de Henares, con sus personas al alcance de la mano de cualquiera de los vecinos que los circundaba, el escatológico «mucha mierda» de la época en la que las clases pudientes acudían al teatro en sus coches de caballos y los animales hacían sus necesidades allí mismo, por lo que cuantos más excrementos esparcidos, más gente de dinero había concurrido a la función, el político de los diferentes regímenes dictatoriales imperantes en cada momento, la libertad de la que se disfrutó en Occidente tras la Segunda Guerra Mundial, en la que se inventaban nuevas formas de expresión mezclando textos clásicos con músicas estruendosas o pachangueras, hasta hoy, en los que son los ayuntamientos los únicos que los contratan, por lo que los «bolos» se han convertido en un asunto de estado de difícil solución, pues la calidad de los textos y de las actuaciones queda supeditada a la supervivencia de poder comer y sustentarse cada día, para lo que hay que criticar a todo el mundo y a la vez quedar bien con todos ellos.

Rememoro aquellos viajes en desvencijadas viajeras, repaso de textos, miradas furtivas, nervios en la previa. Tomo aire, sube el telón, silencio… Se apaga el foco de luz que me iluminaba, más de lo que hubiera deseado… El futuro es incierto… Disfrutad del momento…