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Houston, tenemos un problema


Miguel Vigil – 1 de enero de 2024

El astronauta Emerson, Lake & Palmer, llevaba 16 meses en el espacio estudiando el comportamiento del satélite R-25-FT, ya que se había observado un desplazamiento inusual de su órbita sobre el planeta L-Fan-T. Su misión estaba a punto de finalizar, y con todos los datos que había recogido, se disponía a iniciar el regreso a la Tierra.

Emerson, Lake & Palmer, capitán y único tripulante de la nave, comenzó las operaciones marcadas por el protocolo para la vuelta a casa. Algo falló, el ordenador le indicó que no conseguía redirigir la nave y que seguían atrapados en la órbita de Ganímedes. Emerson, Lake & Palmer, experto mecánico de naves espaciales, después de darle muchas vueltas y desestimar todos los problemas posibles, salió al exterior para revisar el aire de las ruedas, por si acaso, pero todo estaba correcto. Buscó una moneda para llamar a La Tierra. Descolgó el teléfono y dijo:

-Aquí la nave espacial Tartana XVIII, le habla Emerson, Lake & Palmer…

-Aquí La Tierra, ¿cómo has dicho? ¿Emerson Paquetempalmes?

-No es momento de bromas, Houston, soy Emerson, Lake & Palmer…

-¿Cuál de los tres?

-Soy solo uno, pero me llamo así, lo de mi nombre fue una gracia de mis padres, que eran forofos de King Crimson…

-¿Y por qué no le llamaron King Crimson?

-Eso ahora no importa… Lo que importa es que… Houston, tenemos un problema…

-Cómo que tenemos, será que tienes… porque yo estoy aquí estupendamente. Mira, te cuento: estoy solo en la base, me estoy tomando un café calentito, y dentro de media hora termina mi turno, y luego he quedado con una morenaza de aquí te espero. Así que… ¿a ti te parece que yo tengo un problema?

-Como yo no vuelva a La Tierra, tú te la cargas… o sea que sí se puede decir que “tenemos” un problema…   

-Si tú no vuelves a mí me caerá una regañina, pero tú te vas a llevar la peor parte, ¿no crees? Así que reflexiona, piensa en lo que has dicho y cuando tengas las cosas claras, llamas de nuevo.

El funcionario de Houston cortó la comunicación y, mientras recogía sus cosas para irse a su casa, se quedó refunfuñando en voz alta:

Tenemos un problema, tenemos un problema… será posible, si yo tuviera que ser corresponsable de todos los problemas de la humanidad no tendría vida. Claro que, teniendo tres nombres es lógico que el tío este hable con el plural mayestático… Pero que no, hombre, que no, que yo no voy lloriqueando por ahí, diciendo “Houston, tenemos un problema”. Si lo puedo arreglar, lo arreglo, pero no mortifico a nadie, me lo como yo solito. Estaría bueno…

Y cerró la puerta de su sala de trabajo hasta el día siguiente.